bigoc nos cuenta: «]Vía Slashdot] Según el biólogo evolutivo Kevin Foster, de la Universidad de Harvard, la tendencia a vincular falsamente causa con efecto, una superstición, es beneficioso ocasionalmente. Por ejemplo, el hombre de la prehistoria podía asociar el ruido del pasto moviéndose con un depredador que se acercaba y entonces se escondía. Pero la mayoría de las veces, tan sólo sería el viento el causante, pero si era un león el autor del ruido entonces obtenían un gran beneficio al esconderse. Según los autores, la situación en la que una superstición es adaptativa, o sea buena para la supervivencia, es cuando los costos de creer en una superstición son menores que los costos de perderse la asociación real. Fuente: Newscientist» Es sabido que las conductas supersticiosas no son ni mucho menos exclusivas de la especie humana. La única diferencia con otros mamíferos es que los humanos recubrimos las supersticiones de un carácter simbólico muy elaborado y, sobre todo, que somos capaces de transmitirlas culturalmente (meméticamente, diríamos hoy). El cometido de la mente humana no es la duda metódica, el análisis formal o el razonamiento puro, sino la adaptación a un medio natural que originariamente no era excesivamente complejo por lo que ese mecanismo funcionaba bastante bien.
Una de las razones de que la gente se apegue tanto a sus creencias (sean cuales sean, hasta llegar a matar por ellas) es que son un legado evolutivo (no la creencia en sí, sino la necesidad de creer), que han otorgado protección individual y de grupo, y por ello cambiarlas (o desafiarlas) se sigue percibiendo como una amenaza directa a la supervivencia. Esto también ayuda a comprender por qué el pensamiento crítico (escéptico) es tan dificultoso y poco frecuente en todas partes.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario