jueves, septiembre 14, 2006

CASIOPEÍNAS CONTRA EL CÁNCER

Estos novedosos compuestos de base metálica que muy pronto se estudiarán en humanos, tienen la misma o mayor actividad que otros anticancerígenos, pero una toxicidad mucho menor. Podrían salir al mercado en un futuro próximo

El Universal
Jueves 14 de septiembre de 2006

Una vez que en 2006-2007 se inicie la fase experimental con pacientes del Instituto Nacional de Cancerología y se cumplan todos los protocolos y requisitos que marcan las autoridades de Salud, podrían salir al mercado, con la colaboración de laboratorios farmacéuticos, las casiopeínas, los primeros fármacos anticancerígenos diseñados en México por Lena Ruiz Azuara, de la Facultad de Química de la UNAM, tras 26 años de ardua investigación.

"Las casiopeínas integran una familia de 100 compuestos metálicos, de los cuales las casiopeínas II y III son los más prometedores por su solubilidad y selectividad para combatir carcinomas y leucemia, respectivamente", apunta la investigadora.

Ambas se aplicarán en cáncer cérvico-uterino y de mama, y la casiopeína III se empleará en casos de cáncer de colon y leucemia.

Cabe señalar que los costos de la quimioterapia con casiopeínas se reducen, pues el cobre es más económico que el platino y las dosis que se requieren son mucho menores en comparación con las de cisplatino (fármaco de amplio uso en oncología, con alta toxicidad).

Origen del proyecto

En 1975, Ruiz Azuara, interesada en el estudio de iones metálicos en sistemas vivos (disciplina conocida como bioinorgánica) empezó a trabajar en el diseño de las casiopeínas.

Entonces se impuso el reto de crear un tipo de compuestos con base en metales esenciales -con propiedades que a su vez permitieran su interacción con el ácido desoxirribonucleico (ADN)- que, a diferencia del cisplatino, resultara menos tóxico por tener una mayor afinidad con el organismo.

Posteriormente trabajó en la síntesis y caracterización de la familia de estos compuestos. En 1981, al probar las casiopeínas en hongos, bacterias y virus, la tesista Patricia White mostró que eran activas, lo cual constituyó el primer resultado alentador.

En 1984, Rodolfo Rodríguez Carranza, de la Facultad de Medicina, ofreció a Ruiz Azuara analizar estos compuestos antineoplásicos (antitumorales). Ése fue el primer paso. Dos años más tarde, Rodríguez Carranza y Patricia Ostrosky, del Instituto de Investigaciones Biomédicas, utilizaron un modelo que hizo posible determinar cuál era su actividad citostática (capacidad para frenar la proliferación celular en linfocitos humanos sanos).

Estos resultados obtuvieron una mención honorífica en el premio Aída Weiss de 1987. En 1988, el entonces rector Jorge Carpizo creó en la Universidad Nacional un fideicomiso para el desarrollo de los antineoplásicos.

Después, Isabel Gracia montó los modelos de evaluación antitumoral en ratones, siguiendo los modelos del Cancer Chemotherapy Center (National Cancer Institute). Así demostró, sin lugar a dudas, la actividad anticancerígena de tales compuestos. De manera paralela se firmó un convenio con el Instituto Nacional de Cancerología para realizar el cernimiento in vitro de los compuestos y se corroboró dicha actividad.

Base de cobre

"Para este proyecto -dice Ruiz Azuara- se montaron, en la Unidad PET-Ciclotrón de la Facultad de Medicina, modelos in vivo de tumores en roedores. De este modo, mediante tomografías por emisión de positrones, se observó que los tumores en ratones disminuían a partir de la aplicación de estos fármacos mexicanos."

Como se sabe, la Unidad PET-Ciclotrón aporta información clínica muy útil para el diagnóstico y evaluación de determinadas patologías. Sus campos de aplicación más importantes son la oncología, neurología y cardiología.

Las casiopeínas son unos de los compuestos llamados novo, es decir, sintéticos, con una base metálica, en este caso de cobre. Están diseñadas con un fin biológico y se producen únicamente en México.

"Por su toxicidad -refiere la especialista-, los productos anticancerígenos metálicos se manejan en cantidades muy pequeñas; por ello, la producción a gran escala para la comercialización de las casiopeínas no sería un problema."

Las casiopeínas inducen muerte celular programada y se asocian con algunas proteínas que ayudan a transportarlas a puntos determinados del organismo. Además, se está determinando si con ellas se generan radicales libres, los cuales rompen cadenas del ADN y así evitan la reproducción celular.

"En el momento en que se empiecen a suministrar en humanos, nosotros estaremos en contacto permanente con los médicos oncólogos y tomando muestras de los pacientes para ver cómo van reaccionando, aunque los médicos serán los responsables de aplicar las dosis necesarias en cada caso", finaliza Ruiz Azuara. (Josefina Rodríguez Rivera)

MÁS INFORMACIÓN

Teléfono: 5622-3529

Correo electrónico: lena@servidor.unam.mx

2 comentarios:

Patrix dijo...

Yo participo de este proyecto, que bueno que haya gente q este interesada en el tema. espero alguna otra entrada de este tema.
Saludos
Patricia

SICAMOR dijo...

Gracias y felicidades, afortunadamente en México se hace buena ciencia. Esperemos escuchar más resultados de ese y otros laboratorios al respecto en ese tema. Es importante también que estos fármacos se elaboren en el país porque los costos serían menores. Felicidades a todos los participantes en estos proyectos.