miércoles, julio 26, 2006

HORAS DE JUNIO


HORAS DE JUNIO

Vuelvo a ti, soledad, agua vacía,
agua de mis imágenes, tan muerta,
nube de mis palabras, tan desierta,
noche de la indecible poesía.

Por ti la misma sangre –tuya y mía-
corre al alma de nadie siempre abierta.
Por ti la angustia es sombra de la puerta
que no se abre de noche ni de día.

Sigo la infancia en tu prisión, y el juego
que alterna muertes y resurrecciones
de una imagen a otra vive ciego.

Claman el viento, el sol y el mar del viaje.
Yo devoro mis propios corazones
y juego con los ojos del paisaje.

Junio me dio la voz, la silenciosa
música de callar un sentimiento.
Junio se lleva ahora como el viento
la esperanza más dulce y espaciosa.

Yo saqué de mi voz la limpia rosa,
única rosa eterna del momento.
No la tomó el amor, la llevó el viento
y el alma inútilmente fue gozosa.

Al año de morir todos los días
los frutos de mi voz dijeron tanto
y tan calladamente, que unos días

vivieron a la sombra de aquel canto.
(Aquí la voz se quiebra y el espanto
de tanta soledad llena los días.)

Hoy, hace un año, Junio, que nos viste,
desconocidos, juntos un instante.
Llévame a ese momento de diamante
que tú en un año has vuelto perla triste.

Álzame hasta la nube que ya existe,
líbrame de las nubes, adelante.
Haz que la nube sea el buen instante
que hoy cumple un año, Junio que me diste.

Yo pasaré la noche junto al cielo
para escoger la nube, la primera
nube que salga del sueño, del cielo,

del mar, del pensamiento, de la hora,
de la única hora que me espera.
¡Nube de mis palabras, protectora!.
CARLOS PELLICER

sábado, julio 15, 2006

Música del hielo

Estoy pensando en lo que voy a escribir en un momento, recordando lo que estuve hablando en la conversación pensativa con él. De repente junto al refrigerador me percato de un sonido, una música casi celestial, es tenue, muy callada ligera, casi etérea, continua, podría decirse que es hasta electrizante, el motivo de la obra apenas es trascendente, esa música es ni más ni menos la que producen esos seres desconocidos e invisibles formadores del hielo que se localizan en nuestros refrigeradores, no los había percibido antes en el escándalo de la vida diaria.